EL RESPLANDOR
Título original: The Shining
Año: 1980
Duración: 146
min.
País: EE.UU
Director: Stanley
Kubrick
Guión: Stanley
Kubrick & Diane Johnson (Novela: Stephen King)
Música: Rachel
Elkind & Wendy Carlos
Fotografía: John
Alcott
Reparto: Jack
Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers, Barry Nelson, Philip
Stone, Joe Turkel, Lia Beldam, Billie Gibson, Barry Dennen, David Baxt, Manning
Redwood, Lisa Burns, Louise Burns, Alison Coleridge, Norman Gay.
Productora: Warnes
Bros Pictures/ Hawk Films/ Peregrine
Género: Terror/
sobrenatural/ drama psicológico
LOS FANTASMAS DE KUBRICK
Cuatro
años fueron los que separaron las producciones La naranja mecánica (1971) y Barry
Lyndon (1975, ambas de Stanley Kubrick). Tras su última producción, el
director se demora cinco años más para llevar al cine su obra de culto The Shining, adaptación de la novela
homónima de Stephen King, un escritor de terror a quién el éxito ya había
sonreído después de la adaptación de Carrie
a la pantalla.
Stanley
buscaba un tema cercano al género de terror, concretamente a los seres que regresan del más allá. Se
interesó por la novela The Shadow Knows, de
la que luego fuera su coguionista Diane Johnson.
Tras
encontrar la novela perfecta, el director artístico Ray Walker se pasó durante
meses fotografiando lugares que inspiraran a la creación de los decorados por
toda América. Tras la elección de la actriz principal, Shelley Duval, y la
finalización del guión, Stanley empleó doce meses en preparar los decorados de la
película.
Se
trata de una obra que tiene muchos análisis diferentes, tantas lecturas como
espectadores tiene. La multitud de temas almacenados en ella hacen de la
película una pieza difícil de analizar.
Stanley
uso el discurso cinematográfico y las ventajas que le permitían las imágenes
para lanzar mensajes subliminales al espectador. Sobre éste tema se ha
especulado mucho, pero nada se puede afirmar, ya que Kubrick desveló algunas
pistas, pero se llevó a la tumba las verdaderas referencias que hacía su obra.
En
el documental Room 237 (2012, Rodney
Ascher) se desvelan algunas de las claves y de las conclusiones a las que
los críticos y analizadores de la obra han llegado. Stanley Kubrick acudió a
publicistas especializados en publicidad subliminal para que le enseñaran la
técnica de construcción de éste tipo de mensajes prohibidos.
Las
conclusiones más importantes a las que llegan los análisis sobre la película
hacen referencia al interés de Kubrick por tratar de manera subliminal temas
como el holocausto nazi en 1942, el holocausto indígena de América, o el
supuesto alunizaje del Apolo 11 el 20 de julio de 1969, y su vinculación con
Stanley Kubrick como responsable del rodaje de ésta llegada al planeta lunar.
Muchas más son las interpretaciones que los espectadores hacen de la película,
pero nada está perfectamente constatado por responsables de la realización de
la obra cinematográfica, sin embargo, los temas que hemos citado anteriormente
son los más destacados y evidentes en las imágenes que Kubrick nos muestra.
Éstos temas se materializan en distintos símbolos de la película relacionados
entre sí, como por ejemplo la utilización estratégica de los números, o los
elementos que quedan en un segundo plano en los decorados o los colores y las
formas, que también toman un papel relevante en la interpretación de los
símbolos.
El
director elevó el cine de terror a convenciones de géneros codificados a los
que otorgó intelectualidad como nunca antes se había visto en el cine
norteamericano. Para los admiradores de la novela original, la película
destrozó la esencia original de la obra literaria, debido a modificaciones que
el cineasta neoyorquino introdujo en su guión, alterando el sentido fantástico
que poseía el libro. El alcoholismo de Jack Torrance y la sensibilidad
extrasensorial del pequeño Danny si coinciden tanto en la novela como en la
película.
El
cineasta huye de las convenciones del cine de terror rodando la mayoría de las
escenas más terroríficas a plena luz del día, o en decorados perfectamente iluminados.
Su escepticismo acerca de los temas sobrenaturales quedan latentes en la puesta
en escena. La fuerza del más allá se manifiesta como producto de la mente de
Jack y su problema con el alcohol y su locura, o los fantasmas de Danny,
fomentados por sus fantasías infantiles.
En
la versión de Stephen King, se describe el proceso que conduce a una familia
residente en un hotel durante el invierno, aislados por la nieve, a darse
cuenta de que entre los muros del lujoso hotel se manifiestan los diabólicos
espíritus de los antiguos inquilinos del mismo.
Sin
embargo, en la versión de Stanley Kubrick, nos muestra la crisis de un
matrimonio, el proceso de transformación paranoica de Jack, por el cual ve o
cree ver a los fantasmas del hotel Overlook, y éstos le conducirán a intentar
asesinar a Wendy y a su hijo Danny para quedarse eternamente en ese lugar.
La
Warner y el cineasta ya habían elegido a Jack Nicholson para este proyecto, les
habían gustado mucho sus interpretaciones en Alguien voló sobre el nido del cuco (1975, Milos Forman) y Chinatown (1974, Roman Polanski), aunque otros grandes nombre como
Robert De Niro o Harrison Ford también recibieron una copia del guión.
El
papel de Danny Torrance, el pequeño Danny Lloyd, elegido entre varios miles de
candidatos, y la actriz Shelley Duval ya había sido elegida para encarnar a la
protagonista junto a Jack Nicholson.
Algunas
anécdotas dejan entrever los métodos del cineasta para sacar lo mejor de sus
actores, como el maltrato psicológico que usó con insultos hacia la actriz
principal durante todo el rodaje para ayudar a moldear su personaje, llegando
ésta a comportarse de manera insegura y temerosa, o la repetición casi 60 veces
de la escena de las escaleras en la que Jack persigue a Wendy, a fin de plasmar
en Jack Nicholson el verdadero agotamiento en forma de locura o ira. Todos
estos métodos tan poco ortodoxos consiguen la verdadera intención del director,
una interpretación magnífica de los actores principales, sobre todo de Jack,
llegando a encarnar el estado de locura del personaje de una manera tan real
que su cara y sus frases han trascendido en la historia del cine de terror.
Stanley
Kubrick refleja en el personaje de Jack Torrance sus propios fantasmas, como su
problema con el alcohol, su adicción a la cocaína, la separación de una familia
a causa de sus malas costumbres, su supuesta colaboración en el alunizaje del
Apolo 11, etc.
Para
la escritura del guión, el cineasta junto a Diane Johnson leyeron trabajos de
Sigmund Freud y Bruno Bettelheim para preparar la naturaleza psicológica de la
película, así como las numerosas referencias a los cuentos infantiles para
incrementar la perversidad del relato.
El
rodaje se inició el 2 de mayo de 1978. Se habían previsto 17 semanas de rodaje,
que se prolongaron a 27. Técnicamente, la película cuenta con grandes planos
arriesgados y poco convencionales para la época. Cabe destacar que el director
contó con la steadycam, inventada por Garret Brown, al que Kubrick contrató
para manejarla, y con la que consiguió planos de seguimiento limpios de
vibraciones, como los de Danny con su triciclo por los pasillos del hotel
Overlook, o los de la persecución de Jack a su hijo Danny en el laberinto. Los
planos aéreos de apertura del film también son muy sugerentes, aunque se
detectan algunos errores, como la sombra del helicóptero proyectada en el
plano.
La
banda sonora consigue coordinar con la imagen y la narrativa para provocar en
el espectador la tensión que busca el director con relativa facilidad. Stanley
Kubrick decidió encargarse él mismo de elegir las voces de doblaje en todos los
idiomas, haciendo así uso de su obsesivo
perfeccionismo, En España, el doblaje fue dirigido por el cineasta
Carlos Saura, quien recibió malas críticas al estreno de la película.
La
secuencia temporal y espacial que plantea el film propone una estructura
similar a Lolita (1.962). Unos
rótulos dividen el film en diversas partes que en un principio son oportunas.
“La entrevista” y “Día de cierre”; tras éstos, nos sumerge en una dinámica cronológica
con un ritmo progresivo: “Un mes más tarde”, “Martes”, “Jueves”, “Sábado”,
“Lunes” y “Miércoles”, finalizando con “8 de la mañana” y “4pm”
El
controvertido cineasta creó con The
Shining una obra de culto, objeto de multitud de estudios subjetivos de su variada temática,
una idea que seguramente estuviese en la mente del director desde que se
encontraba en la fase de guión. Para unos una pieza esencial de estudio en la
historia del cine, para otros una simple película de terror, lo cierto es que Kubrick
quiso experimentar el rodaje de un film con temática de thriller, alejándose de
las convenciones que éste proponía, e introduciendo su sello personal,
apostando por un miedo más psicológico que visual, e introduciendo cantidad de
temas relacionados con el misticismo y numerosos símbolos que dejan al
espectador un camino libre para especular acerca de la intención o no de tratar
otros temas que nada están relacionados con el argumento de la obra, pero que
obsesionaban a Kubrick de tal manera que quiso contar al espectador su
preocupación por ellos lanzando un mensaje que abriese un debate. Fuese o no
ésta la intención del director, el film se ha convertido con el paso de los
años en una obra admirable por todos los que integran el sector audiovisual y
concretamente el cinematográfico, actuando como un punto de inflexión en la
manera de hacer y contar historias con la cámara.